domingo, 7 de diciembre de 2014

Mulhacén desde el Hornillo

El Mulhacén desde el cortijo del Hornillo

Hace unos días, poco antes de los primeros fríos de diciembre, anduve de excursión por las canteras de serpentina del barranco de San Juan y el cortijo del Hornillo.

Excursión que estuvo rematada con una muy agradable comida en Güejar-Sierra, la Sierra con diéresis, con abundancia de productos locales. En el lugar oportuno está disponible una completa relación de tan agradable día, con un amplio y comentado reportaje fotográfico. Véase:


Tuvo el paseo su punto emotivo por el hecho de que la vista dominante, la cara norte de la línea de cumbres tresmiles de Sierra Nevada, eran, decía un compañero, sus paisajes de juventud, el decorado de sus primeras descubiertas montañeras. Conforme nos acercábamos al mirador y a la vista del juvenil escenario más corría, como si persiguiera a sus recuerdos. Tanto llegó a correr que tuve que advertirle que por más que lo hiciera no conseguiría alcanzarla, a su juventud, pero que sí lograría perdernos a nosotros. Son estas evocaciones y arrebatos como viajes místicos al pasado, propios de quien ya tiene mucho viaje viajado.

La estampa de la cara norte es realmente grandiosa, evocadora, absorbente y por todo ello junto, algo hipnótica.  Lo es desde casi cualquier sitio pero desde algunos balcones escogidos lo es más. Y este es el caso del cortijo del Hornillo. Porque realmente es un balcón colgado en el vacío frente a los monstruosos despeñaderos de roca y nieve.

Lo es también por ser de condición tan reservada que permanece a resguardo de miradas hasta el momento mismo en que se desvela, con espectacular sorpresa, su secreto de abismos.

Decía en la referida descripción del paseo montañero:

"En un claro del bosque, de golpe, se deja ver enfrente el Mulhacén y su escolta acompañante de Alcazaba, Puntal de la Caldera, Cerro de los Machos... Es un espectáculo que no se ve venir, que se abre de improviso provocando sorpresa y admiración."

"El mirador del cortijo del Hoyo da sobre el río Guarnón en un profundo tajo que se hunde en trepidante pendiente para volver a levantarse con mayor ímpetu hasta las cumbres."

Algunos opinan y es cierto, que el Alcazaba tiene un porte físicamente más grandioso, más propio de una cumbre emblemática. Porque queda más cerca del espectador y parece de mayor altura, porque es de pico afilado, porque no hay cerros menores en su falda que gradúen las pendientes, etc. Quién ignore quién es quién sin duda se decantaría por el Alcazaba como jefe del grupo. Aparentemente detrás y por debajo, el Mulhacén con su pico chato, parece un mero auxiliar.

Pero no debemos fiarnos de los sentidos que están pensados para disfrutar, no para saber. Nos engañan. Lo hacen aquí en el Hornillo, con el Alcazaba y abajo, en Granada, con el Veleta, a cuyo costado parece el Mulhacén una simple verruga. 

Trascendiendo la versión que dan los sentidos está la verdad del Mulhacén. Es el más grande, el más nombrado, el más glorioso, el padre, amo y sultán de esta parte del cielo. Y no hay más, es Él.

Iba este compañero a la busca de escenarios de su juventud,  que comprenden el conjunto de montañas, al bulto, sin distinguir ninguna de ellas. No le quito mérito ni valor a esta forma de ver la cosa pero no lo veo yo así. Mi peregrinación al cortijo del Hornillo tenía como fin visitar al guardián de mis escenarios de hoy, me gustaría que también de mañana. Como son escenarios actuales que existen ahora, como son, no que fueron, ni falta que hizo correr tras de ellos para alcanzarlos. Están siempre ahí.

Peregrinando al Mulhacén entre robles

Hojas viejas al sol de la mañana

Hojas inertes salpicadas de nieve

Robledal del barranco de San Juan

Robles umbríos sobre fondo de sol

Mosaico de hojas caídas

Algo empieza a verse más allá de la espesura

Línea norte de cumbres

Mulhacén enmarcado

Alcazaba y Mulhacén

Balcón del cortijo del Hornillo

En lugares remotos e inaccesibles viejos bancales de subsistencia abandonados 

Paredes de nieve

¿humea el volcán Mulhacén?

El Mulhacén parece comparsa del Alcazaba

Entre las nieblas el hito del vertice geodésico, cumbre de la Península

El Mulhacén reflejado en la balsa

Mulhacén invertido






miércoles, 20 de abril de 2011

Otro otoño más, cuatro otoños



Con su compañía de días 

me llegó, 

de nuevo, 

otro año más 

dispuesto, 

esta vez si, 

a dejarme sin pelo. 



Otro año más. 
 
enero de 1987         


CUATRO OTOÑOS
 
Uno que llegará. 

Que nace en las aguas más adelantadas, 

en las primeras zozobras de agosto. 


Otro que comienza. 

Terso y joven, aun dulce. 

Es el frío suave que acaricia, que no escarcha.


Otro que es. 

Que nos ha cogido, mal eterno, 

sin abrigo, sin manta,
indefensos, desnudos ante su hermosura.



Otro que fue. 

Que pudo haber sido y que hoy 

traemos aquí para escarmiento de tristes. 
 

Fray Luis de Prados 

Prior del convento de los frailes del señor San Juan. 
Granada, 16 de marzo de 1991